domingo, septiembre 16

Palermo

Hoy encontré la cita que necesitaba para darle un cierre a mi monografía. Estoy en el living de mi casa, frente a la ventana del comedor, en la laptop de mi madre, con los brazos extendidos hasta los codos sobre la mesa. Hace dos meses que me duelen si me paso un rato escribiendo. Ya probé con muñequeras, silla nueva, yoga, acupuntura. Me pasé al living para ver si surte efecto apoyar los brazos. El escritorio que uso en el cuarto del fondo, al lado del lavarropas y la plancha, está bien pero sólo puedo descansar las muñecas. Tiene apoyabrazos pero no es lo mismo.
Todavía me queda probar las pastillas desinflamantes. El médico occidental dijo que era tendinitis, los acupunturistas (porque son varias médicas y médicos aprendices) fueron más vagos pero mucho más atentos. Juro que me esforcé para lograr que las agujas me aliviaran el dolor, y creo que lo hicieron por lo menos en lo inmediato, después de cada sesión. Ya volver a escribir era otro tema. De todas maneras decidí no volver a la Escuela Argentina de Acupuntura, hasta no probar otra cosa. Cambiar de mesa, por ejemplo.
Mientras escribo tengo enfrente la ventana al pulmón de manzana. Está oscuro, y el jardín de los vecinos, y la escuela y el espacio ocupado hasta hace poco por un árbol, lleno de pájaros, forman una mancha negra. Está encendida una ventana a la misma altura que la mía, veo a una chica sentada en un escritorio frente a una pantalla plana. Si trabajara más seguido en este living terminaríamos por saludarnos, supongo. Como los chicos de la escuela, que a veces me hacen señas mientras almuerzo, y a los que primero les respondía hasta que me di cuenta que eso iba volverse un hábito. Antes estaba el árbol, que tapaba con la copa casi todo el patio y parte del frente del edificio. Después se mudó un arquitecto del otro lado de la medianera, y llamó a un equipo de hacheros para que lo volteen. Es otra historia, pero le hicimos una denuncia con un vecino porque se construyó tres habitaciones al lado de la pileta, pero el terreno es pulmón de manzana y es para poner plantitas no negocios inmobiliarios. En realidad fue por lo del árbol, el que ya conté y otro, un pino, que también se veía desde esta ventana. Ahora le pararon la obra, y lo último que supe es que tenía en contra suya a todo el consorcio de su edificio. El arquitecto, los árboles, los pájaros que solían venir en bandadas, no sé si en primavera o en verano, supongo que la mayoría buscará mejores nichos, los mercados, la burbuja hipotecaria, las tasas de interés, los alquileres.
(Hace un rato que la chica se levantó y no volvió.)
Está funcionando. Casi no siento puntadas en los brazos, tal vez no me meta con desinflamantes, dicen que son ulcerosos y sentiría que estoy traicionando a los acupunturistas. Si marcha bien esto de dejarlos extendidos, quizás vuelva a ir, aunque sea para decirles que las agujas no me hicieron efecto, pero que era culpa mía, que estaba hechando a perder su poder curativo con una pésima postura.

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La cita:

"¡Religión! -exclamó rabiosamente. -¡No la necesitamos! (...) Tenemos algo mucho mejor. Tenemos historia."

Preludio a la Fundación, Isaac Asimov

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El otro día chateaba con Claudio y de alguna manera, que ya no puedo rastrear como red de asociaciones, aunque sí me acuerdo que él mencionó a un alemán Warburg y sus montajes de textos y fotos como estudios históricos, un proyecto que algunos dicen que fue la inspiración para el "Libro de los Pasajes" de Benjamin, y que parece que tuvo seguidores en la Universidad de Bahía Blanca, a mediados de los sesenta, le terminé pasando unos links (éste y éste). Estábamos hablando del formato archivo, de cierto tipo de datos (anécdotas, recuerdos, fotos sin historia), imperceptibles a menos que alguien los organice, les cree un sistema a su medida, como en esa nota de Ballard que leí una vez donde decía que la literatura del futuro era la invisible, las líneas y bloques de textos desperdigados por las superficies de la industria editorial, el núcleo duro, los manuales, la divulgación, los memos internos, comunicados oficiales, las actas del mañana. Y ni siquiera mencionaba la proliferación de Internet, que no había pegado el gran salto de los noventa, así que habría que incluir los foros de debate y las listas de correo, como mínimo, en una gran llanura de palabras invisibles, catalogadas y almacenadas en bases de datos. Capaz por eso la cita, porque justo me acordé de la saga de la Fundación de Asimov. Uno de los puntos altos era cuando partían en una nave un grupito de viajeros y arqueólogos, a recorrer la Galaxia, como hippies por el camino del Inca, cargados de viejos documentos que narraban la leyenda del planeta original donde alguna vez todos los hombres habían vivido en paz y felicidad, antes de los robots y de la conquista del espacio, milenios atrás. El libro es una road movie por los restos de un Imperio galáctico en decadencia, como una búsqueda desesperada en el Google del Cosmos. Lo que les queda, sin datos, es volver a escuchar las leyendas que todavía se cuentan en algunos de los planetas más antiguos, donde la novela se pone berreta y aparecen cruzas como hawaianas vestidas con hojas de palmera, flotando en tablas anti-gravedad por paradisíacas playas con delfines y atardeceres con dos soles. Entonces, ese futuro es como otras distopías de Asimov en las que la tecnología en su máximo esplendor empieza a retroceder, y los hombres no pueden creer lo que ven pero en los planetas pobres la crisis pegó tan mal que vuelven a la era del carbón. En la Fundación es parecido, pero lo que falta son archivos. Información. Por eso el héroe Seldon se muere de ansiedad cuando la bella aborigen le responde: "Tenemos algo mucho mejor. Tenemos historia".

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Visto así, la producción de archivos es pura resistencia. Como dice la cibernética, el Universo es un conglomerado de energìa y materia en constante erosión. La entropía es el principio por el cual los órdenes que dan forma a los cuerpos tienden a desgastarse, a perder información y convertirse en planicies donde ningún átomo es más relevante que los demás. Las estrellas a la larga se apagarán, los shoppings cerrarán sus puertas, etc. En algún lugar tengo un apunte que explica todo esto. "Los hombres - decía Norbert Wiener- son fenómenos locales anti-entrópicos." Dicho de otro modo, dispositivos especializados en la conservación de la energía. Archivos. Oásis de "orden" en los desiertos del ruido y la confusión. Así de optimista.

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