Anoche en MTV, la película de Metallica. El regreso: el cantante dejó el alcohol, está en tratamiento, se saca fotos con su familia. Hay un psicólogo, hacen terapia de grupo, le pagan 40.000 dólares al mes. Se sientan en una mesa y conversan, canalizan emociones, "me agrada que podamos entendernos, ahora sé lo que sientes por mí, compañero". Preparan un disco nuevo, hay reuniones con abogados, un jingle en una radio, tormenta de ideas para ponerle título con dirigentes de la compañía. Algo fuerte. El psicólogo quiere ganarse la confianza del cantante, es viejo, flaco y tiene aspecto de burócrata, los rockers se sientan a su alrededor y escuchan sus consejos y cuando se va se miran y se dicen "es una gran ayuda, no estamos listos todavía para hacerlo sólos".
El baterista vende su colección de grandes pinturas de arte moderno. 5 millones de dólares por un Basquiat, borracho de champagne la noche de la subasta en Christie`s, se despide del arte que lo acompañó todos estos años. Más tarde va a dar conferencias de prensa contra Napster. No está mal perseguir adolescentes. Sabe que es duro, y no le gusta que lo vean como un mal tipo, pero el baterista es fiel a sus ideas, aunque no se aclare en qué consisten. Para eso están los abogados.
¿Qué sería de esta gente sin los psicólogos, los grupos de auto-ayuda, los managers, los abogados? ¿Qué sería de la música sin el respirador artificial de la industria y la televisión? ¿Millonarios nostálgicos que venden sus pinturas? ¿Lobbistas por los derechos de las multinacionales? ¿MTV?
En Argentina, años después, las empresas discográficas lanzan su campaña de pánico. Salven a los rockers.
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