jueves, enero 19

Hoy llegamos a Wanda, un pueblo en la intersección de las rutas 12 y19, a 40 km de Iguazú y la triple frontera. Después de que me separé de Natalia y Emanuel, tomé un micro a Capioví, en cuyo camping me hice amigo de un grupo de chicos con los que estoy ahora.
Martín recibía a las personas que llegaban al camping. Les mostraba el lugar. Pensé que era de Misiones, pero está de viaje y había empezado a trabajar unos días antes para hacer plata. Espera que le depositen un cheque en Buenos Aires.
El dueño del camping está desesperado porque no para de perder plata con el negocio del turismo económico.Tampoco consigue que los empleados le duren, y no es raro porque les paga 6 a 8 pesos por 10 horas de trabajo. Les cobra los sandwiches del almuerzo. Martín me cuenta que el camping antes era municipal, pero después lo compró el Bahiano de los Pericos, que se fundió. La atracción del camping es un salto de agua de unos siete metros de alto, decorado con un molino de agua y un par de puentes. El dueño consiguió que un rubio, con cierta pinta de bañero, se pare junto al salto y les chifle a los chicos que se trepan para tirarse desde las piedras. Cuando el dueño se da vuelta, el bañero no resiste la tentación de hacer un clavado. Dice que conoce el salto de memoria, se tira desde los siete años. En la plaza de Capioví hacen furor las pulseras de hilo tejido a 1 $ con el nombre de sus dueños. Las vende Francisco, que para en el camping. Gastón, también de viaje, vende collares de macramé y atrapa-sueños. Dos chicos de la Plata tiran un paño con boludeces hechas de resina, de una amiga de ellos. No venden, pero tomar cerveza en la plaza y charlar con la gente, es el mejor programa disponible en la noche de Capioví. Parece que somos los únicos turistas del pueblo.
Me quedo con los "hippies", como dicen los chicos que se acercan a los paños. Charlo con Martín, que es la segunda persona del camping que se trajo la Divina Comedia para leer. Al otro día renuncia y se va a pedir plata a un amigo, por Internet.
Dos días después, tras una visita a una comunidad guaraní a unos kms del pueblo, tomamos un micro hacia Eldorado, todo junto.

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