En San Ignacio están las ruinas de una estancia jesuita. Pasamos la primera noche en "La costa del sol", camping, pero al otro día Natalia y Emanuel me invitan a ir con ellos a la casa de un hombre que conocieron haciendo dedo en la ruta. Les dijo que podíamos quedarnos en su casa.
Chacho es pura hospitalidad. Nos deja tirar las bolsas de dormir atrás de la casa, y nos ofrece comida para cenar. Vive con su esposa Alicia, "sexta generación de polacos", y Francisco que tiene cuatro años. Chacho nació en Santa Fe, pero dice que se siente misionero. Tiene, desde hace pocos meses, una pequeña productora de forrajes y alimentos balanceados para animales de chacra. Considera lo que hace como un trabajo social, porque ofrece los mismos productos que la multinacional Cargill a precios mucho más convenientes. Dice que le está yendo muy bien.
Pero lo curioso de Chacho es su filiación política. En las charlas que tuvimos durante el día y las dos noches que pasamos en su casa, las opiniones que vierte sobre el mundo y la política podrían colocarlo, a mi juicio, en las posiciones más distintas y contradictorias. Al principio parecía un hippie entusiasmado con la juventud, que es la única que puede resolver los problemas del mundo, alguien que encontró en la naturaleza y la tranquilidad de un pequeño pueblo el mejor modo de vivir la vida. Pero después nos cuenta que fue el fundador de la Juventud Universitaria Peronista, en el 83´, y por la forma en la que habla de esos "magníficos cuadros políticos" que fueron los militantes montoneros que se refugiaron en Misiones durante los años de la represión, da toda la impresión - y lo habló en un momento con Emanuel, que coincide conmigo - de que Chacho también fue uno de esos militantes en exhilio interno. Desde hace años integra el PJ de Misiones, y habla de Ramón Puerta como alguien con quien compartió discusiones y situaciones complicadas. Hoy integra un frente con radicales y disidentes del PJ con el que apoyan a Kirchner. De Puerta, dice que es un gran ladrón. Pero la frutilla de la torta política llega casi por casualidad. Alicia nos muestra fotos de la familia, casamientos, fiestas. Emanuel le señala una a Chacho, un chiste como al pasar.
- Ese hombre - dice Chacho, y señala a un hombre pelado y muy gordo con cinco atados de cigarrillos en la mano, con el que aparece en la foto, abrazados -, ese hombre es Santiago Alvarez, y pudo ser el presidente de los argentinos...
- ¿De qué partido? - le pregunto
- Era de una agrupación a la que mucha gente no quiere... se llamaba Guardia de Hierro. Se creo para combatir a los Montoneros, que eran un grupo infiltrado dentro del peronismo. Y en esa época se peleaba en serio...
No tengo ahora mismo las referencias exactas, pero Guardia de Hierro debía ser, creo, una especie de fuerza de choque de la derecha peronista en la época de López Rega. Chacho es como una muestra de la flexibilidad infinita del título peronista, que puede doblarse en todas direcciones pero, aparentemente, no se rompe nunca.
En todo caso, nos recibieron en su casa, nos dieron de comer, nos hablaron del pueblo, del negocio de las chacras, los descendientes polacos y ucranianos que llegaron a Misiones, de las reservas aborígenes, y hasta nos llevaron a conocer el peñón de Teyú Cuaré, al que nunca hubiéramos llegado ni a dedo ni caminando.
Al mediodía del Martes 11 nos despedimos de Chacho y Alicia, con abrazos muy emotivos, y media cuadra después también me despedí de Natalia y Emanuel. Ellos se iban a Arístóbulo del Valle, a ver el Salto Encantdo, y yo aproveché para ir a Capioví. Tenía ganas de viajar sólo, o cambiar de compañía. También nos despedimos con la mejor onda.
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