De la estación al camping municipal. Caravana de jóvenes cargados con mochilas atraviesan la costanera de Posadas, iluminada por elegantes faroles amarillos, lugar de encuentro de los jóvenes locales. Autos estacionados junto al Paraná, despiden música y los dueños hacen ronda de tereré helado-- llevan el agua fría en pequeños tanques térmicos de plástico, que es el producto estrella de ese gran bazar que es Encarnación, una pequeña ciudad Paraguaya cuyas luces iluminan el otro lado del río. "La ciudad de las luces" va a decir Darío, un chico de Posadas con el que vamos a comer un asado atravesado de historias y personajes. El puente Posadas-Encarnación decora la noche como un arbolito de navidad.
En la primera noche en el Camping conozco a Emanuel y Natalia. Ellos se olvidaron los parantes de la carpa, a mí me da fiaca armarla porque estoy sólo y hace muchísimo calor. Nos ponemos de acuerdo para dormir al aire libre, sobre unas colchonetas que sí tenemos. Durante la noche no habrá mosquitos, y correrá una brisa fresca que nos asegura el sueño.
Antes de ir dormir voy con otros dos chicos a seguir tomando cerveza en un boliche-parador de la playa. Suena reggaeton, y hay baile en la pista. Pero estoy cansado, y después de un rato me voy a dormir.
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