viernes, mayo 4

Dame la mano y vení, que te enseño a perder

Salió la lista de ganadores del Concurso de Crónicas de viaje de la Fundación El Libro. Ahí va la mía:

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Título: “La ida”

Autor (seudónimo): Joseph Mitchell

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Empezó complicado. Era una húmeda y soleada mañana de enero en la estación de trenes de Chacarita, y en el andén los pasajeros esperaban la llegada de “El Gran Capitán”, el servicio Buenos Aires – Posadas. Había familias con chicos que revoloteaban y banditas de adolescentes recostados en el piso sobre pesadas mochilas. Primero llegaron los rumores, después los empleados de la empresa y casi en seguida una cámara de televisión. Uno de los empleados recorrió la explanada y se detuvo en cada grupo de personas con la noticia de que un incendio en Corrientes había demorado el tren durante la noche. Iba a llegar con cinco horas de atraso.

Pocos meses antes había habido otro incendio. En Haedo, provincia de Buenos Aires, los pasajeros del servicio que une Moreno con la capital llevaban casi una hora de espera en una formación de vagones detenida a pocos metros de la estación. Cuando el guarda anunció con un grito que el servicio se cancelaba, los pasajeros apretujados descendieron del tren pero lejos de esperar a que otra formación los recogiera, cientos de ellos siguieron a pie. Mientras un grupo incendiaba los vagones, otro se acercó a las boleterías y transmitió la inquietud de todos por la mala calidad del servicio. Incendiaron la estación, combatieron a la policía, destruyeron dos patrulleros y saquearon negocios. Hubo 29 heridos y unos cien detenidos. Salió por televisión en directo.

En Chacarita, quizás como un eco del “caso Haedo”, los empleados de “El Gran Capitán” eran jóvenes y amables. Parecían un equipo de psicólogos conteniendo a las víctimas de una catástrofe. Tal vez lo fueran. Un periodista hablaba con los pasajeros frente a una cámara; mientras, la mayoría se disponía a esperar tomando mate en la sombra.

Puntual en su impuntualidad, el tren llegó a la hora convenida y “El Gran Capitán”, espléndido con las franjas blancas y celestes que adornaban su fuselaje, partió entre palmas y chiflidos. En poco tiempo surcábamos el campo."


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