"La modernidad, entonces, como proyecto, como poética o programa de acción, adquiere un aire cínico (“Hay que ser absolutamente modernos”). Es la invitación a un viaje y una maldición; una forma de sensibilidad híperdesarrollada por lo nuevo y más característico del presente forjada al calor del desengaño y el gusto por lo anacrónico. Es, otra vez, un programa escindido como las lenguas en la teoría de la traducción de Benjamin. La imagen de la modernidad se escapa montada en la fugacidad de lo actual, y el programa que invitaba a captar su esencia se convierte, entonces, en la persecución del absurdo, la constatación de que el sueño de vivir en ella es, en última instancia, imposible. Lejos de la piedad cristiana, alguien o algo parece reírse de los hombres detrás de cada poema de Baudelaire."
Terminé mi monografía. Fue duro. La archivo acá.
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