lunes, octubre 16

יועמ"ש הכנסת עו"ד אלשטיין: חקירת הנשיא בעבירות

Cuando en 1993 Riina cae preso, Provenzano lleva treinta años oculto en los fondos de su casa y, de hecho, son muchos los que lo dan por muerto. A su rostro sólo se lo conoce por fotografías tomadas en los años ´50, y pesan sobre él varias condenas por asesinato dictadas en su ausencia. Estos cargos los comparte con Riina, quien al momento de ser detenido lleva también varios años (20) de vivir en la clandestinidad. Provenzano es su reemplazante natural, y ocupa, por lo tanto, su lugar. En los años que siguen, su modo de llevar adelante los negocios en la Cosa Nostra ratifican su fama de hombre prudente. Menos bala, y más recaudación. La Familia abandona la política de asesinato de figuras públicas de renombre, cuya finalidad era tomar represalias contra la persecución a la que era sometida por la policía y, en su lugar, instaura una estrategia de blancos selectiva. En general, son años de una reducción notoria de los niveles de violencia. Provenzano concentra sus esfuerzos en trabar lazos de amistad y pactar acuerdos comerciales con las restantes familias de la Mafia. Se los recuerda como años de tensa calma.
Pero en realidad, la llegada de Provenzano a la Dirección de la Mafia implica algo más. Desde tiempo atrás, y por motivos que no están claros para nadie - ni siquiera para los integrantes de la Mafia, pero mucho menos para la policía y los políticos -, se percibe entre las filas de la Orga una tendencia a la disminución en su número de integrantes. Cálculos de policías y antropólogos corroboran el rumor: la Mafia se achica. Toda Europa, es cierto, lo hace, y no hay Ministerio de Planificación que no cuente con proyecciones demográficas que asustan. Las estadísticas formulan los más lúgubres interrogantes respecto del futuro de las finanzas: países habitados por una mayoría de ancianos-- ¿Quién va a cuidar de ellos? Una Mafia de gerontes, por otro lado, no haría más que reproducir un fenómenos también observado a nivel de cuadros en la dirigencia política del continente. Y sin embargo, el dato habla del final de una época. Los chicos ya no se integran a la Mafia con la ilusión de antaño. Muchos ya ni se integran, y probablemente abandonen en cuanto puedan los pueblos de Sicilia en los que crecieron. Algún día verán por televisión las películas americanas que describen los códigos de conducta de sus abuelos, y responderán como puedan a la curiosidad de sus compañeros.
Hasta 2006 Provenzano dirigió a la Familia desde su refugio, una vieja choza perdida en las colinas cerca de Corleone. Se negó a declarar, y la policía no encontró cuadernos, ni agendas que ofrecieran información sobre el funcionamiento de la Mafia. Sólo encontraron una vieja Biblia llena de pasajes subrayados y misteriosos símbolos (puntos y flechas) anotados en sus márgenes.
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