Camino por Avenida Santa Fe. En la puerta del banco HSBC, esquina Coronel Díaz, se ven chicos que pasan y señalan hacia arriba, al edificio de enfrente, donde vive Charly García. Los jueves a la tarde, se les suman los del grupo de oración que rezan Aves Marías con un megáfono.
Después de la crisis del 2001, cuando se confiscaron los ahorros, las protestas de los ahorristas tomaron la misma forma. Ese verano hubo una familia que llevó sus resposeras y una sombrilla al hall del banco, y llamó a los medios: la plata de sus vacaciones había quedado atrapada en el corralito dispuesto por el Gobierno. Los viejos del HSBC son la pesada del Opus local (son la vanguardia): hacen marchas de reclamo a Dios con los "Únicos, los mejores, los métodos piqueteros".
Eso ya se vió: el final del "Diamante grande como el Ritz" de Fitzgerald. El millonario que sube a la montaña y le ofrece a Dios una coima para que lo dejen en paz. Ese feeling de fin de los tiempos.
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