domingo, julio 2

Para una definición de la ansiedad


McLuhan decía que los medios de comunicación son extensiones de los sentidos humanos. La ansiedad, la Señorita, como dice Llach, sería el subproducto(?), el tipo de resultado no previsto que destilan los celulares y las pantallas de televisión alimentadas en directo. La inminencia del desastre, pálpitos, intuiciones violentas, el placer de ver máquinas que vuelan en pedazos. Zombies que no dejan pasar una. Comentadores deportivos enfrascados en una transmisión sin horizontes (el comentario abarca el Cosmos, comentan todo lo que pasa, lo que se mueve, aparece o huye a su alrededor).
En Israel tres chicos llegaron a la tapa de los diarios. Durante un par de años fueron la peor pesadilla de los sistemas de informática y comunicaciones del Ejército. Llegaron a montar, oculto en la trama de uno de sus sistemas, un servicio de llamadas de larga distancia. Eran tres hermanos, dos de ellos ciegos, el otro no sabía computación, los acompañaba. Podían reproducir un número de teléfono si escuchaban, al pasar, los tonos de marcado. El oficial que los persiguió tenía intervenidos el teléfono, el correo electrónico y la cuentas del banco. Las contraseñas le duraban cada vez menos. Al final, dejó de usarlas.

Todo esto, pare tratar de decir que esto días estudio tirado en la cama, con la television encendida y sin volúmen. Y sino, al lado de la computadora, con el navegador en la casilla de correo de google, cada tantos renglones chequeo si llegó el mensaje, ese mensaje.

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