Charlas de correo electrónico con los compañeros (que no muchachos) del seminario Aguirre-Rodrígez de Comunicaciones (UBA). Mandé:
... me tienta sumar elementos de confusión a esta cadena de mensajes. Ruido, digamos. Y ya que se viene hablando de conejitos y genes peronistas, quería compartir este diálogo de una novela cyber punk que todavía no leí pero que encontré dando vueltas por Internet:
"- Entonces... ¿Es un virus, una religión o una droga?
- Qué importa. ¿Cuál es la diferencia?"
Snowcrash de Neal Stephenson
Creo que las dos frases son una novela por sí solas. Casi que ni hace falta leer el resto. Sería una charla de bar en la época en que los últimos decreídos terminan de convencerse de que los sueños de la cibernética ya se hicieron realidad: manipulación absoluta del mundo en términos de información.
No sé si me equivoco, pero después de cursar el seminario me parece que los responsables del mismo se toman con tranquilidad este tipo de hipótesis, como si confiaran en que finalmente nada realmente importante está en juego en este cambio de paradigma, porque de última el cambio tiene de positivo que termina de liquidarse la idea de que exuste una esencia humana a ser extraída y postulada como "utopía" del hombre. Esto es una de las cosas que más me interesaron, digamos, de lo que hablamos. Sería: cómo quitarle argumentos a la tía lectora de Clarín, cómo lograr que que deje de decir que su angustia se origina en los fantasmas de la clonación y otros Frankenstein que amenazan nuestro sentido de pertenencia humana desde los laboratorios multinacionales, y cómo invitar a esa tía a que de una vez por todas cambie el cóctel de Alplax y Rivotril anti-pánico bajo "receta" y se dedique a explorar nuevas combinaciones químicas y de las otras. Digamos, que cambie Bucay por Bateson!! Me fui al carajo. Quiźas habría que agrgar que todos llevamos una tía dentro, o algo así, para no focalizar tanto y convertir el debate en una cuestión generacional. Saludos a todos
Carlos
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