Spam-o-wars

La casilla de Fer Catz se llenó de spam, pero en lugar de borrarlo se puso a leer y lo que encontró, además de los panfletos que todos conocen, las píldoras energizantes y las inversiones en bonos de bolsas asiáticas, lo que encontró fueron bloques de palabras como este:

cabbage oblivion has-been the interview nondairy irregular, the stepmother stability was hallucinate aromatic, was that yawn, intimately human spring fever a admonish, a Yuletide the this rug an charade the bodyguard fortification as prevail infirm winsome pliable truck stop the likable was humanist but as searching to leaky of dispense, acid, a breast-feed. cabbage German measles rubbish misplace at haughty breed affluence outdone at blot ineffectiveness, run-down that stiff flout. rewound!!! broken

En principio parecía un error de la comunicación. En realidad era, es, parte de la estrategia de los spammers. Otro intento por evadir los filtros de los programas de comunicaciones que escanean los mensajes para impedir el ingreso de la propaganda automática. Estos programas se entrenan para reconocer el spam. Aprenden a leer a partir de lo que les indican los humanos. Con el tiempo y varios spam procesados, los programas se forman una idea de la estructura de un texto-spam. Calculan cuántas veces aparece la palabra Viagra en los mensajes que los humanos denuncian como spam, y con eso aprenden a filtrar los que lleguen en el futuro y repitan el mismo patrón. La técnica se conoce como análisis Bayesiano.
Entonces los spammers empezaron a agregar a los mensajes estos bloques de palabras que encontró Fer Catz. La idea es casi obvia, si hay una computadora que lee los mensajes y chequea las veces que se repiten las palabras, hay que mandarle textos que no pueda identificar como "ya leídos". Bastaría, entonces, con agregar a cada mensaje de propaganda una selección de frases y palabras tomadas al azar de diccionarios y bases de datos de literatura como Project Gutenberg. Bueno, es lo que hicieron los spammers. Por la red circulan millones de mensajes que combinan un puñado de palabras y frases tomadas al azar, como si le estuvieran festejando un cumpleaños a Burroughs y algún narco amigo le hubiera regalado el juguete con el que soñó toda su vida. El spam ahora te deja en una encrucijada. Lo dejás afuera de tu casilla, y evitás que te sature la memoria y el cerebro con ofertas imposibles, pero también dejás afuera el texto de un poema que podría transformar tu manera de entender el mundo(!). ¿Y quién decide si lo lees o no? El filtro anti-spam.
En definitiva, somos rehenes de una guerra entre un sistema de escritura automática (la tecnología spammer) y los sistemas de lectura que los combaten. Y esto recién comienza.