martes, febrero 1

Hoy hice el check-out en el hostel Che Lagarto de Plaza Independencia. Me vuelvo a Buenos Aires, y tengo todo el día para leer tirado en el banco de una plaza o pasear por la rambla, o escribir en un cyber. Quise ir al Museo de Historia pero estaba cerrado.
Ayer, después de adelantar mi pasaje para esta noche, fui a la Biblioteca Nacional. Estuve buscando datos sobre mi tocayo Isabelino Gradin.

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Mi viejo lo mencionó alguna vez, medio en chiste, diciendo que había un Gradin en Uruguay que había sido muy famoso cuando jugaba como delantero de Peñarol. No le di mucha bola, quizás porque mi viejo y su familia tenían cierta propensión a la divagación genealógica que se me hacía medio fantasmal. En algún momento, se le ocurrió desempolvar un montón de retratos y fotografías de sus antepasados y colgarlas en una pared de mi casa. Era un retablo de señores de saco negro y sombrero, que posaban siempre solos, sin mujeres, pálidos y rígidamente ubicados en la imagen, como sucedía en la época en que los fotógrafos atendían en estudios privados porque faltaban varias décadas para que se popularizaran las cámaras baratas, el hobby de andar sacando fotos y subirlas a los blogs. En esa pared convivían los ancestros de mi viejo y una imagen a color de la Cueva de las Manos, una foto panorámica de una pared de piedra de una cañadón en Santa Cruz, llena de manos pintadas y dibujos hechos por los antiguos pobladores de la zona, unos diez mil años antes. Era el arte rupestre al que se dedicaba mi viejo, de profesión arqueólogo.

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Una tía, hermana de mi viejo, les regalaba a los miembros de la familia algunas artesanías que hacía ella misma. Una vez, cuando yo era chico, mi viejo volvió de visitarla con un rollo que desplegó sobre la mesa y que tenía dibujado un enorme árbol genealógico. Mi tía había reconstruido la saga familiar, siguiendo documentos que, supongo, estarían bien guardados en su casa, y que habría ido juntando durante años. En el árbol, mi hermana y yo éramos una hojitas verdes diminutas, que se asomban apenas de una rama muy delgada, porque el árbol de mi tía se remontaba hasta unos españoles casados en el Río de la Plata a mediados del siglo XVIII.

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Hace un tiempo me atendía con una dentista judía. Era muy amable, y la primera vez que nos vimos me preguntó de dónde era mi apellido. "Gallego", le respondí, como decía mi viejo. A ella le sonaba que podía ser un apellido de judío converso, y me invitó a que visitara los archivos genealógicos de un Instituto judío, donde podían asesorarme. Todavía no fui, pero capaz un día paso.

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De casualidad, también hace un tiempo, me enteré que aquél Gradin que jugaba en Peñarol era negro. Tataranieto de esclavos libertos.

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Un poeta peruano le hizo un poema de vanguardia en los años `20:

"Agil,
fino,
alado,
eléctrico,
repentino,
delicado,
fulminante,
yo te vi en la tarde olímpica jugar.
"

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El domingo, en la Feria de Tristán Narvaja encontré un fascículo de una Hiistoria del Fútbol Uruguayo dedicado a Gradin. Se convirtió en leyenda del Peñarol de los últimos años del amateurismo, antes incluso de la radio. Estuvo unos años en el club pero terminó peleándose con los dirigentes cuando pidió un sueldo para seguir jugando. Después se dedicó al atletismo, y ganó varios torneos latinoamericanos. Murió pobre.

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Mi viejo decía que su familia había venido de Uruguay. Así que pasé por la Biblioteca Nacional para ver si había alguna mención del apellido en algún libro sobre familias o apellidos. No había nada. Sólo una mención de Isabelino en un diccionario de apellidos uruguayos, lo que lo convierte en un gallego negro. Aunque en sus biografías se menciona a un padre brasilero que volvió a su país abandonando a su mujer y cinco hijos.

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Lo voy a adoptar como ancestro imaginario.

4 comentarios:

tanto amor empalaga dijo...

re lindo post, charly

charly dijo...

;)

Miguel dijo...

Gradin es un pueblo de pontevedra de donde viene el apellido. Parte de mi familia es Gradin de Brasil, probablemente de donde le viene el nombre al jugador Isabelino Gradín y parte gallega de cerca del pueblo de Gradín. Para más curiosidad fue ministra sueca Lola Gradín sin duda del mismo pueblo del que es patrona la Virgen de los Dolores. Esta aldea esta englobada en el termino municipal de Ponte Caldelas.

charly dijo...

muy buenos datos, Miguel! muchas gracias, abrazo! c-