Cuando llegué ingresaron mis datos en las camputadoras, me pusieron una pulsera amarilla y me dieron una copia del Reglamento. Hay pulseras de distintos colores según los sectores Jóvenes, Familias, Mascotas, etc, y siempre hay que tenerlas puestas para poder circular por el Camping. El Reglamento especifica los derechos y las obligaciones de todos los huéspedes, algunas multas por infracciones como perder la pulsera o cambiar la carpa de parcela sin avisar a la Administración.
La tierra del Camping está parcelada, y los visitantes pueden elegir la que más les guste. En cada una hay un poco de sombra, una mesita de madera, un lugar para hacer fuego.
Los baños y las duchas están siempre limpios. Unos chicos vestidos de gris deambulan por el lugar y cuidan las entradas. De noche, los caminos se iluminan con unos focos que le dan al Camping un aire apacible, como de aldea.
Los empleados son amables, y transmiten un aire sereno, responsable. Saben lo que hacen.
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Dicen que en Punta del Diablo el Camping es un descontrol. Casi no hay baños, y las carpas se amontonan. Pero todos coinciden, ahí hay movida, un boliche, las masas y demás. Ayer una chica en la despensa me lo confirmó, y sonrió "nada que ver con esto"...
2 comentarios:
Punta del Diablo es lo menos, es Gesell en enero: hermoso lugar pero desbordante de camionetas, pendejos (muy) y carísimo. Pero que es hermoso, lo es, debe serlo en marzo
eh Ceci! cómo va, pasé de largo por Punta del Diablo, siempre habrá playas vacías ja en algún lugar, vamos a ponernos cursis, abrazo, nos vemos
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