martes, abril 15

La hermenéutica agustiniana

Hace un tiempo leí el anunció por parte de Google, publicado en el blog de la empresa, sobre la compra de Jotspot, una compañía web dedicada a ofrecer wikis a la medida de los usuarios y a la que Google terminó transformando en su nuevo dominio Google Sites, para la creación de sitios web orientados a trabajos grupales-colaborativos. Jotspot acabó integrada en la trama de servicios de Google, que incluyen desde el buscador hasta los documentos on-line, el calendario o el correo electrónico. En la gacetilla que publicó Jotspot, describen sus diálogos previos con Google y la fluidez y transparencia con que fueron descubriendo sus puntos en común, y que los llevaban, naturalmente, a hacer confluir sus empresas en una misma dirección. "Cuando conversamos con la gente de Google - decían - nos encontramos de pronto completándonos mutuamente las oraciones", [...completing each other sentences]. Es una imagen clara del proceso de absorción de una compañía por otra, y de la armonía operativa que aspiran a conseguir. Las ideas de unos acaban siendo expresadas por las palabras de los otros, y las frases pueden quedar en suspenso con la confianza de que alguien se ocupará, eventualmente, de llevarlas a buen puerto. Es una expresión bastante usada en inglés, "to complete each other sentences", y aunque no tengo en mente otros ejemplos, en los primeros puestos de una búsqueda en Google aparece, por un lado, una entrada en el blog de una chica que coloca una foto suya junto a su novio en cada post, y que relata el día a día de su relación con detalles de charlas y pequeños accidentes íntimos en cuyo contexto aparece la frase en cuestión -el blog lleva el programático sub-título de "Rediscovering myself & my dreams, as I chase the stars". El post en el que se menciona la frase se titula "this is for real", y su primera oración es "i'm in love". Los otros resultados de Google describen también formas de empatía pero no entre amantes sino entre hermanos. Los gemelos Pouncey, por un lado, jóvenes promesas recién incorporadas, en 2007, al equipo de los Florida Gators de la Liga Universitaria, y en otra página, en una entrevista al director de una película, los gemelos Treadaway que protagonizaron la saga de estrellato rockero y decadencia de los siameses Bang Bang, inspirada en la novela de Brian Aldiss. Son los mismos, por otro lado, a los que Calamaro les dedicó una hermosa canción, cuando los Bang Bang "ya separados, con un tema / habían pegado que decía así: / 'Bajo el signo de Géminis incubado / 69 es el número dorado', etc." Pocas experiencias serían tan reconfortantes y emblemáticas de una sintonía común como ésta de personas que se sienten capaces de hablar como si pensaran al mismo tiempo, y que se prestan las palabras para ir dando forma a sus ideas y sentimientos; una confianza derivada de esta telepatía de baja intensidad, que parece ocurrir en situaciones extremas, como amores fuliminantes o el nacimiento de siameses. Pero esta búsqueda de una conexión armoniosa es también propia de la religión, y sobre todo de las formas místicas o de relación directa con Dios. La confianza en una verdad que tarde o temprano habrá de revelarse y a la que es posible acceder, por ejemplo, mediante la lectura y la meditación en torno a las Escrituras Sagradas. Hace un tiempo leí en una página web una historia jasídica que mostraba esta relación a través de un hombre que se acercaba a consultar a un rabino porque no sabía leer, y por lo tanto no podía cumplir con sus oraciones por más que quisiera. El rabino le respondía, entonces, con algo que tiene varios rasgos de esa empatía de las palabras, ya que su respuesta es que no debía preocuparse y que si todavía no podía leer las Escrituras lo que tenía que hacer era orar recitando las letras del alfabeto, ya que Dios se encargaría, llegado el momento, de ponerlas en orden. En San Agustín también aparece este rasgo de un tiempo en el que el sentido de las palabras sagradas será revelado, o resultará evidente. Y también el ideal de una lectura que es una incorporación de los textos sagrados en el propio discurso, al punto de que puede citarlos para describir el recorrido de su vida, sus errores o sus momentos de desesperación. El lector que encarna San Agustín está compenetrado, absorbido por lo que lee, y a la vez eufórico ante cada indicio de que la verdad estaría próxima. Para el momento de escribir las "Confesiones", su Fe en Dios le permite comprender las Escrituras. Y a su vez, su arsenal de citas de la Biblia le permite dar cuenta de su vida y, precisamente, de los serpenteantes caminos que lo llevaron leer y comprender lo que leía.

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Tengo una cita para el epígrafe, pero es medio kitch. Se la escuché a Tom Lupo en la radio: "No conviene citar a un General, porque se corre el riesgo de que acuda a la cita."

2 comentarios:

C.E dijo...

¡Che Charles, qué buen post pibe!

charly dijo...

hola Ceci, gracias che, saludo!