lunes, abril 14

Para una definición de los blogs

En estos días estuve releyendo "Dirección Única", o "Einbahnstraße", el libro que Benjamin escribió en 1928, en los albores de la crisis económica, y que se dedica a pronosticar o dejar entrever la aparición de ésta mediante recortes de la realidad social y cultural. En el fondo, el verdadero tema del libro es la crítica en tiempos de cambios traumáticos:

"Por eso también está el aire tan cargado de las quimeras y espejismos propios de un futuro cultural que, pese a todo, irrumpiría floreciente de la noche a la mañana: porque cada cual se compromete con las ilusiones ópticas de su punto de vista aislado."

Desde dónde observar el mundo y qué formas utilizar para hablar de él, en función de qué objetivos y con qué expectativas. La eficacia es uno de los problemas centrales que aparecen en el texto, los efectos que pueden tener las intervenciones de un crítico. Un problema que se presenta en función del diseño y la distribución de los párrafos en las hojas, cada uno de ellos titulado con frases extraídas de carteles y afiches de la calle, como "Asesoramiento fiscal" u "Oficina de objetos perdidos". "Gasolinera" abre la serie con frases enigmáticas dedicadas a algo que el traductor llama "la construcción de la vida" y que poco nos ayuda a comprender a qué se refiere Benjamin, que por otra parte tal vez esté citando algún concepto de filosofía, quizás alemana, en cuyo caso estaríamos perdidos en algún otro lugar entre la traducción y nuestra ignorancia en la materia. Pero más allá del origen o destino de esa crisis en vías de desarrollo, que Benjamin no hace demasiado por describir ni analizar, y que aparece como un trasfondo de amenaza, lo que surgen son las estrategias formuladas en dicha situación, la manera en que la crítica lograría abrirse paso para analizar el mundo actual.

"Bajo estas circunstancias -dice-, una verdadera actividad literaria no puede pretender desarrollarse dentro del marco reservado a la literatura: esto es más bien la expresión habitual de su infructuosidad. Para ser significativa, la eficacia literaria sólo puede surgir del riguroso intercambio entre acción y escritura; ha de plasmar, a través de octavillas, folletos, artículos de revista y carteles publicitarios, las modestas formas que se corresponden mejor con su influencia en el seno de las comunidades activas que el pretencioso gesto universal del libro."

Llegué hasta acá porque estoy preparando una monografía sobre San Agustín, y muchos se refieren a sus "Confesiones" como la primera aparición en la historia de una forma moderna, que con el tiempo se convertiría en habitual y característica de nuesta cultura, y que es el relato en primera persona como testimonio, una interioridad desplegada a lo largo del tiempo que se examina a sí misma y hace balance de su vida. Quizás me falten precisiones, pero por lo que entendí ese sería el elemento subrayado comúnmente, los primeros atisbos de lo que algún intrépido llega a conectar con puntos suspensivos desde el siglo IV de Agustín hasta el XVII de Descartes, por el peso específico de una conciencia que intenta clarificar el mundo equipada con su capacidad de razonar, y que se inscribe a sí misma en dicho trayecto. Además, el libro de Agustín se cita como una de las primeras referencias al modo de lectura silencioso que luego se convertiría en el standard internacional, pero que entonces podía ser descripto como una conducta particular de parte de San Ambrosio, a quien Agustín retrata en su celda meditando con la mirada fija en las Escrituras pero sin mover los labios, que era lo que hubiera esperado el Santo de semejante autoridad, el obispo de Milán, a quien se hubiera podido interrumpir, en ese caso, para pedir aclaraciones y detalles sobre su lectura. El modo de leer que surge está relacionado con un ámbito privado, de retiro espiritual y meditación, un diálogo entre el texto y el lector, un encuentro íntimo. Me bajé la "Historia de la lectura" de Alberto Manguel, una versión portuguesa en un archivo .txt sin formato que encontré en el A-mule y del cuál ahora no puedo recuperar la referencia exacta, por más Search que intente, a una primera mención de un cartel en la sala de lectura de una Biblioteca en la Alta Edad Media, creo, y que pedía silencio, cosa que antes no era común por esto de leer en voz alta y que debía dotar a la Biblioteca de un colchón sonoro digno de Burger King un domingo a la tarde. En el siglo IV en el que vivió Agustín, en "esas sendas anchas y trilladas del siglo" como les llama, todavía no se había difundido el libro como soporte para los textos, aunque tendría que chequear las fechas, y de hecho creo haber leído que nunca llegó a tener en sus manos una versión completa de la Biblia, como las que se consiguen hoy en las Librerías, sino más bien una colección de códices separados. En todo caso, el libro para el momento en que comenzó su difusión por medio de la imprenta, había heredado el prestigio con el que esta práctica de lectura lo había dotado, en tanto instrumento de un conocimiento que, para Agustín, era espiritual y debía buscarse en el interior de cada uno. Las "Confesiones" pueden leerse como el relato de una lectura, desde la infancia a la adultez, a través de libros leídos que fueron acercando y alejando a su protagonista del camino verdadero. Al final, como haciendo evidente lo absurdo de la búsqueda, Agustín termina por seguir las indicaciones de una voz que le habla en el campo y por la cual acaba abriendo un libro de San Pablo al azar y leyendo las primeras palabras que encuentra. En la perspectiva de Agustín no basta con leer y comprender, primero hay que tener Fe: "...apenas leída esta sentencia, como si una luz de seguridad se hubiera difundido en mi corazón, todas las tinieblas de la duda se desvanecieron."

Desde entonces, el libro como vía de acceso al conocimiento aparece marcado como algo casi sagrado. Hoy debe haber pocas cosas que pueda hacer alguien, más salvajes que ir a una plaza a quemar una pila de libros. Tal vez si les tirara algunos chicos encima, eso sería todavía peor, pero lo primero por sí solo es pasarse de la raya. Manguel menciona a Amadou Hampaté Bâ que decía que en África cuando un anciano muere, una biblioteca entera se consume entre las llamas. También destruir una biblioteca tiene algo de zaña y abuso contra algo indefenso que debe protegerse. Y las "Confesiones" de Agustín serían la muestra más acabada de esa especie en vías de extinción, el lector apasionado que entrega su vida a los libros y que a su vez le encuentra un sentido a través de ellos. La especie que pretende subsidiar el Ministerio de Educación regalando libros en las colas para entrar a las canchas de fútbol.

Incluso en el libro de Benjamin, publicado en los años '20 en Alemania, puede leerse ese ideal de la lectura entretejida con una experiencia de búsqueda de verdad. Con este burdo paralelo no creo que pueda sostener ninguna monografía, pero me parece que contra el fondo de Agustín como lector que inaugura una relación de intimidad y contemplación, en un espacio que luego se consideraría "privado" y que se propone como una forma de conocerse a sí mismo para alcanzar una revelación espiritual, Benjamin empieza a erosionar el prestigio de la cultura y a imaginar otros ámbitos de circulación de textos, además de los libros, y nuevos formatos en los que podrían anclarse, desde archivos a diagramas estadísticos. Sobre todo, intenta prever formas abiertas al mundo, incoporadas al escenario de la ciudad y la producción, así como escribir una crítica acorde a la nueva situación. Por ejemplo, en su descipción o declaración de amor a Asja Lacis, la militante del Partido que le rompió el corazón y a quien le dedicó "Dirección única":

"Conozco una mujer que es distraída. Ahí donde yo tengo a mano los nombres de mis proveedores, el lugar donde guardo mis documentos, las direcciones de mis amigos y conocidos, la hora de una cita, en ella se han fijado conceptos políticos, consignas del partido, fórmulas confesionales y órdenes. Vive en una ciudad de consignas y habita en un barrio de términos conspiradores y hermanados, en el que cada callejuela y cada palabra tiene por eco un grito de guerra."

2 comentarios:

Nurit dijo...

Me gustó ese fragmento, no conocía ese texto de Benjamin.

Googleé "Dirección Única" y sólo encontré esto:
"Mientras estés trabajando, intenta sustraerte a la medianía de la cotidianeidad. Una quietud a medias, acompañada de ruidos triviales, degrada. En cambio, el acompañamiento de un estudio musical o de un murmullo de voces puede resultar tan significativo para el trabajo como el perceptible silencio de la noche. Si éste agudiza el oído interior, aquél se convierte en la piedra de toque de una dicción cuya plenitud sepulta en sí misma hasta los ruidos excéntricos. "
Quizá por eso muchos estudiemos en bares.

Tb encontré este link donde hay una mini reseña sobre el texto y una foto de Asja: http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=40190

El otro día un amigo me dijo que había leído poemas de Benjamin. Los googleé y no los pude encontrar. Supongo que siempre quedarán joyas de Benjamin perdidas por ahí...

charly dijo...

hola nurit, totalmente de acuerdo lo mejor para leer son los bares. El único problema es cuando el murmullo se transforma en una conversaciòn interesante en la mesa de atrás, ahí se complica. No sabía de esos poemas, peor lo que leí y está bueno es el Diario de Moscú, Benjamin bajo cero penando por levantarse a Asja y entender al PC ruso, sin lograr ninguna de ambas.
saludo!