El sindicato de las discográficas argentinas (CAPIF) sigue adelante con su idea de sembrar miedo entre fans y piratas de la música. Hace un tiempo, les mandó cartas documentos a un grupo de usuarios. Los habían detectado como "sospechosos" por subir y bajar de la red grandes cantidades de información, en particular canciones. Varios de los que recibieron las cartas, aceptaron pagarle a la empresa antes que afrontar un juicio. Pero como explican muy bien en zona indie y Denken Über, el código penal está lejos de tipificar este supuesto delito.
Los diarios argentinos cerraron filas contra el cáncer de la piratería. Las discográficas tratan como criminales a sus mismos clientes, que por otra parte, y como demuestran las encuestas, les siguen comprando sus discos. Entonces, sería hora de que hablen los "artistas", ya que sus "obras" le pagan los sueldos a los abogados de CAPIF. Y no estaría mal que fuera algo sensato, no como Metallica: ¿millonarios que lloran? Qué gracioso.
Quizás sea hora de pensar nuevas formas de circulación del arte, como hace el español Ignacio Escolar en esta esta carta abierta .
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