jueves, junio 21

Hoy leí un artículo sobre arte de vanguardia argentino de los '60. Hablaba de una muestra, Estructuras primarias II. En un momento se anunciaba que iba a pasar a discutirse "los relatos canónicos del conceptualismo". Ahí ya estaba todo perdido, no quedaba ni la más remota esperanza. Pero sonaba John Coltrane de fondo. Y lo dejé sonando, y al final los riesgos de un arte siempre a punto de caer en el olvido, de ser malinterpretado y reversionado por teóricos desaprensivos y hegémonicos, todo eso fue perdiendo sentido y disolviéndose en el paisaje, como si nos fuéramos en camioneta por un camino de tierra y por el espejo retrovisor, manchado de barro, viéramos pasar un corpus de debates universitarios, salpicados por la garúa, chapoteando en el pasto o, mejor, tirados sobre un montón de papeles desteñidos por el agua; una delegación de debates abandonados preguntándose qué sería de todos ellos ahora que la lluvia los iba destiñendo y las vanguardias nos saludaban desde lejos, como si fuéramos un ferry saliendo del puerto de una ciudad sumida en la recesión, como era Buenos Aires hacia 2002.

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