viernes, julio 15

Aviso

Hace unos días, semanas, estuve en la presentación de la novela de Marina Mariasch, "El Matrimonio". Leí un texto que había preparado, y varios días después, hablando con Marina, me hizo dar cuenta de que había dicho muchas cosas que no eran muy precisas. Yo hablé de un PH, por ejemplo, y en la novela hay un departamento, pero ningún PH. Cité varias frases y se las asigné a ciertos personajes o al narrador, pero confundiéndolos. Alguien describía a un "alien que quiere aprender el nombre de las cosas"; se trataba del hijo pero yo decía que era el padre. También cité palabras dedicadas al marido como si fueran de la esposa pero en realidad eran del narrador. Bueno, hace varios días que quería dejar una nota o advertencia. Muchas de las ideas de mi texto quizás no se sostengan, como la naturaleza encantada de la que hablaba y que en la novela aparece menos de lo que me parecía. Después me quedé pensando en las personas que me dijeron que lo que leí les había dado ganas de leer la novela. Y en las citas de Marina que yo había elegido. Tal vez se puede leer mal y seguir leyendo. Entender algo sin saber cómo. O quizás no se pueda leer demasiado mal algo que te gustó. Si te gusta leés algún sentido, y tal vez no importa demasiado dónde lo leés. Siempre quedan las citas, las palabras en las que pensaste que estabas leyendo algo que después vas a preguntarte dónde estaba. Tal vez sea el momento de releer el libro. Tal vez nunca encuentres aquello que leíste, aunque obviamente encuentres otra cosa. Y si "El matrimonio" puede leerse mal, supongo, tal vez eso sea un motivo más que bueno para leerlo. Lo podría haber dicho en la presentación. Tal vez aclarando esto me saco la sensación de que hablé de algo que no comprendía del todo. Pero no estoy seguro. Quizás fuera el libro, pero también el matrimonio o el hecho de que Marina me hubiera invitado a hablar de ambas cosas; nada de eso me terminaba de "cerrar". Algo dije, de todos modos, y hubo momentos en que sentí que había entendido, pero fue justo cuando hablaba sobre los personajes, que me parecían distanciados del mundo y de sí mismos, pero a la vez conectados con algún sentido, un orden, alguna fuente de confianza, una tranquilidad, que no entendía de dónde venía. Eso sentí yo que transmitían, mientras trataba de calmar la ansiedad que me producía esa situación, la de estar presentando un libro sobre el matrimonio. De toda esa serie de malentendidos, tal vez quede algo que le sirva a alguien. Me quedé pensando en el amor desde ese día, en el matrimonio, y esa era la idea que quería transmitir en la presentación, y en esta coda.

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