Me vine a la Fundación Telefónica a ver catálogos de Edgardo Antonio Vigo. Hay un ambiente de sala de espera de aeropuerto. Pantallas emitiendo obras de video. Visitantes silenciosos que se deslizan, y vuelven a dejar vacío el salón. Hay un guardia de seguridad. Se pasea por la sala con los brazos entrelazados a la espalda, viste un blazer azul, usa un audífono en un oído. Suena un aria de María Callas en loop desde una obra instalada en un cubículo del fondo. Abajo, en un cuarto a oscuras, hay robots con ruedas y luces de colores, quietos como tortugas en la playa. Cada tanto se encienden y se mueven unos centímetros en cualquier dirección. Hacen ruido, se mueven y no hacen más ruido. En la pared se proyecta un gráfico con los datos de la cotización actual del dólar y el Euro en Buenos Aires. Y los movimientos de los robots están programados para acompañar de algún modo esas variaciones. "Arte y nuevas tecnologías" dice un cartel. En la foto, Alberto Greco.
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