En una confitería medio pelo de Santa Fé y Rodriguez Peña, o Montevideo, de las que se llaman Aroma, estuve leyendo unos chistes de Divito, el comiquero nacional que hizó época en los '40, '50. Tenía un personaje, Pochita Morfoni, cuyo nombre me acuerdo haber escuchado como expresión para referirse a los chicos, tal vez yo, que comían insaciablemente de boca de mi abuela o de la señora que nos cuidaba a mi hermana y a mí. Meme, se llamaba, y nos cantaba canciones de Gaby, Fofó y Miliki. Veíamos películas de oro del cine nacional por canal 7 (me acuerdo de la Piel de Zapa, una versión de una novela de Balzac en la que un tipo se encontraba una piel mágica que le cumplía todos su deseos, mientras iba acortándole la vida cada vez más). En fin, acá en Aroma sirven combos programables, configurables a gusto del usuario, que puede tunear su bandeja como si fuera un I-pod o una linea de autos orientada al segmento joven urbano de alto poder adquisitivo. Dvd player en los asientos de atrás, y parás 5 minutos a tomarte un expreso con leche espumada y extra de jarabe, muffins de chocolate y chips de nuez. Habría que correlacionar la explosión del mercado de accesorios y servicios de los últimos años, como las zapatillas Puma on-demand con los colores y diseños elegidos por cada comprador, con la marea de inversiones laberínticas en títulos de deuda hipotecaria estadounidense, que terminaron desperdigados en paquetes accionarios comprados y revendidos por empresas a lo largo y ancho del mundo, en una red que los propios gerentes de los bancos tienen dificultades para desenmarañar. El crecimiento exponencial de opciones de consumo, sean zapatillas, cafés o inversiones inmobiliarias. El factor Google, podría decirse, una interfaz que te permita acceder, con cierto grado de intelegibilidad, a una versión "ordenada" de esa marea de datos y alternativas que se ramifican a cada instante, y que crea nuevos segmentos, públicos y tribus identificados con formas cada vez más especificas de consumo: ver, por ejemplo, las propagandas de créditos de vivienda o de polvo para tortas instantáneas, protagonizadas por columnas de manifestantes, que hacen pública su alegría y entuasiasmo, su condición de "Dueños" o equivalente, y hacer un fundido al archivo de TN y las columnas de ahorristas enfurecidos dispuestos a quemar los bancos de la city porteña en el mágico verano de 2002.
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Me duele la ciática, y después de meses de negarme a hacerlo, me pongo a buscar datos en Google. Me compré un asiento ergonómico, una mesa a medida y hago gimnasia, pero igual me duele. No sé, tal vez sea una señal para que busque formas menos sedentarias de ganarme la vida. Si solo supiese hacer alguna otra cosa que traducir o escribir, y si tuviera algún pasatiempo mejor que configurar sistemas operativos mal documentados en computadoras de compatibilidad reducida. Por otra parte, esta semana cancelaron todos los proyectos de la empresa de San Diego para la que iba a empezar a traducir, y puedo sentirme más integrado al mundo que el promedio de la economía argentina, que todavía no sufrió los embates de la crisis.
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Está empezando a llover, por suerte. Este año descubrí que mi estación del año favorita, es la primavera en tiempos inestables y lluviosos. De a poco voy a ir llenando los casilleros, de la encuestas de revista que supongo todos se hacen mentalmente, para acabar de delinear un perfile de sí mismos, aunque sea ése. Libros y discos para una isla desierta. Película y tema preferidos. Color, comida y estrella de cine de los años de oro de la industria, ya fallecida pero de todos modos imbatible.
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2 comentarios:
muy hilarante, me dan ganas de dejarte alguna frase pronoica y entusiasta tipo "si nos reímos todos muy fuerte la crisis para" aunque ahora pienso que una reversión mejor puede ser "si dejamos de usar javascript durante dos años internet crece".
no sé por qué.
gracias por el apoyo printing, y que no decaiga, web 2.0, hasta la victoria!
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