
El único que seguía el partido era un entusiasta, gritón, despatarrado en una mesa, abajo de la pantalla, con una bolsa de mandarinas en la mano. Tenía predilección por Estebán García, de Quilmes, que parece había sido amigo suyo del barrio en Longchamps. Me pidió que lo buscara en el sitio oficial del club, y ahí estaba la foto carné del "crack". Quilmés ganó, creo, y el Gordo, como dijo llamarse, dejó el autoservicio trastabillando por la playa de la estación. A intercambiar dos o tres saludos con unos taxistas y la encargada del local, con quienes compartía una vaga complicidad. El mismo lugar aparecía en el poema de Llach, el de "Un tipo con cara de rana / en el bar Las Vegas de Santa Fe y Agüero". Cuandor revisaba el perfil de García me di cuenta, él y el Gordo son más chicos que yo.
1 comentario:
en rosario no me pasó nada comparable, sólo un par de mozos que me hacían comentarios sobre lo pequeñas que vienen las computadoras últimamente
Publicar un comentario