Ayer a la tarde un amigo me dejó amistosamente plantado en un moderno centro de arte y tecnología de Barrio Norte. Partí un rato más tarde, cuando anochecía, rumbo a Monserrat en un colectivo 12 que esperé veinte minutos y llegó cargado de viajantes, saturado. La avenida Santa Fé se desparramaba de taxis y micros, penosamente amontonados en la esquina de Riobamba, a punto de desbordar sobre la vereda. La calle estaba cargada como siempre, de turistas emblocados que impedían el paso a los que corrían para llegar a una cita post-trabajo. Yo estaba nervioso. Hace unos días que dejé de mirar la transmisión en vivo de la Plaza Congreso, las carpas y las discusiones en la Comisión de Agricultura. Aunque soy bastante optimista, no voy a negar que se me cruza por la cabeza un escenario en que se empantanan otra vez las discusiones, y los brotes de dignidad ruralista recrudecen haciendo realidad el sueño de Elisa Carrió de bañar las consciencias de los argentinos en el río bautismal de la Ética y el Amor al Prójimo. Los porotos de soja son, aparentemente, una fuente inagotable de energía y nutrientes, y combinados con lo más avanzado del ingenio y la destreza tecnológica del INTA son capaces de suministrar una gama inagotable de servicios y ventajas a la sociedad. Si a eso le sumamos el humor bonachón de los dueños del campo, estamos ante un modelo de país, un proyecto, una Patria.
En el colectivo hacía calor, y en el tumulto me cuidaba de no golpear a nadie, mientras me balanceaba. No tardé en darme cuenta. La radio encendida a un volumen importante emitía el programa de Ari Paluchi. Ari, quiero que lo sepas, si algún día te encuentro en el supermercado voy a hablarte seriamente. Había un cable directo de la Plaza Congreso, dijiste. Un hombre acuchillado; lo habían traslado al Garrahan, era un guardia de seguridad de De Angeli. Sí, confirmado, de De Angeli. Ari, estabas tranquilo, pero dijiste que habían querido matar a alguien. Y eran las seis de la tarde, y la gente apretada en el colectivo, como yo, veía pasar imágenes de una película siniestra que combinaba a Leonardo Favio con la JFK de Stone. Me dio miedo.
Hoy Clarín sigue sin decidirse. Hay una hipótesis, bastante fuerte, que dice que lo del pibe fue un raspón, y que más que un intento de asesinato fue una caída en medio del desorden. No está claro, pero en tu programa de radio, Ari, dedicado a fermentar el resentimiento público, dejaste flotando dos o tres sospechas. Es cierto, fue emocionante. Me bajé y caminé varias cuadras. Busqué bares con la televisión en TN o Crónica, y esperé la placa que comunicara el desastre, que enmarcara tus pretensiones, Paluchi, en un contexto real. Por suerte, no hizo falta: esperamos tus disculpas.
De todas maneras, Monserrat tiene los mejos bares de Buenos Aires. Me encontré con Pretty Pinting y Fernando, comimos una pizza, pasamos por las Carpas del Congreso, nos reímos de las consignas del MAS, ojeamos un documental kirchnerista; los ruralistas se sacaban fotos con el toro inflable. Esto no es el Ágora, supongo, pero Paluchi, vos tirás para atrás, quiero que lo sepas.
4 comentarios:
Charles, no le pidas peras al Ari. Mejor fue la nota de La Nación que apuñaló hasta al lector con tal de darle la razón a Lilita.
anoche en C5N la vi a Vilma Ripoll enojadísima porque nadie le daba bola a a su teoría del intento de asesinato -ni De Angeli-. Estaba el mísmisimo Feinmann, que explicaba que hay "operadores" que quieren "ensuciar la cancha". Me acordè del programa que hacía con Hadad, esos días del 2002, cuando mostraba los supuestos revólveres caseros que le habían incautado a los piqueteros en Puente Pueyrredón, horas antes de lo de Kosteki y Santillán.
Sí, Charly, Paluch es una de las porquerías más nítidas de la prensa radiofónica -proveniente de la contracultura, eso es interesante: su pasado rockero y su presente new-age no son, ni lo uno ni lo otro, desconocidos por nadie, pero lo que me sorprende, o quizás no me sorprende, es que pueda conjugar este legado libertarista con su filosofía de barrios cerrados. Me hace acordar a Rozitchner, pero en una versión mejorada, porque no es menemista, o dice no serlo, y su pregnancia en colectiveros y taxistas es total.
dudo que no ser menemista agregue algo positivo a la figura de Paluch como periodista, conductor, o lo que fuera, y lo del legado libertarista es gracioso, pero, vamos, quién puede sentirse sorprendido? Rozitchner te fundamenta un Paluch "vitalista y productivo" con dos citas de Osho y una chicana de Tom Peters, son geniales.
Publicar un comentario