martes, mayo 27

ALF

"¿Creemos en la perennidad de los sentimientos? Pues todos, y sobre todo los que nos parecen más nobles y desinteresados, tienen su historia." (Foucault)

**

El post del otro día sobre las mascotas se entendió mal. Quería hablar de los dueños de perros y gatos, de los cartelitos que cuelgan en la calle y del excedente de capital simbólico del que gozan, derivado de una costumbre que habrá empezado hace miles de años en praderas o bosques, en tribus nómadas o pequeñas aldeas de agricultores, y que fue pasando de generación en generación transformándose y transformando a los animales en el proceso, hasta desembocar en la vida urbana contemporánea y su tendencia a entregar espacios públicos verdes o abiertos en favor de la edificación. O sea, en el mercadito chino de mi cuadra venden paquetes de alimento balanceado pero en las fotos de las etiquetas se ven amplios jardines como los de Tortuguitas o Luxemburgo, y no aparecen monoblocks ni patios de baldozas con macetas en contrafrente ni balcones. El mundo soñado de los perros tiene comida procesada y un paisaje parecido al de la pampa húmeda.
¿Es de mala leche el comentario? ¿Insinuar que la vida de un Gran Danés en un departamento de la Avenida Pueyrredón está lejos de parecerse a una aventura? ¿Es un golpe bajo? Bueno, supongo que se podrán adaptar. Los seres humanos son mundialmente conocidos por su capacidad de adaptación a las condiciones de vida más absurdas y precarias. No sería justo enumerar ni hacer comparaciones, y por otra parte la idea de "aventura" referida a un animal parece un exceso. Digamos que viven en departamentos, y punto.
Sólo que desde hace un tiempo vengo escuchando, los sábados a la mañana con la radio ya prendida, el micro radial de Radio Mitre dedicado a las mascotas y preparado por un veterinario mediático, una especie de Cormillot, Socolinsky o Borocotó del cuidado animal. Los expertos en salud que dan consejos en los medios son la punta del iceberg de un complejo científico-industrial destinado a maximizar ganancias y bajar línea moral-religiosa a la población. Eso es una verdad de perogrullo, que saben hasta los pasantes del Grupo Clarín (y es mucho decir). El veterinario de la radio se recuesta sobre un trasfondo de presupuestos e intereses tan denso como estos médicos, y aunque no esté capacitado para opinar sobre la validez de sus "tips" y sugerencias, sí puedo darme cuenta de lo que dejan entrever sus palabras: una relación dueño-mascota signada por el amor, el desinterés y, en lineas generales, la armonía de sentimientos recíprocos y ennoblecedores. Habla como si los animales fueran muñecos de Walt Disney, animados por un hálito de vida y simpatía, y cuyo único destino fuera consumirse en el regazo de su alma gemela, ese "dueño" que lo cuida y que encarna todos los atributos de la decencia, bondad y demás patrañas con las que se inviste a la virtud desde hace siglos en los sermones de la retórica cristiana.
Esto es, claramente, un exceso. Igual no me quejo. No es que me parezca un crimen, sólo que no veo cómo se pueden pensar las relaciones que entablan humanos y animales si no se toma distancia de ese cuento de hadas espolvoreado con azúcar semiótica. John Berger lo decía mejor en Mirar (lo leí en la materia de Christian Ferrer). En última instancia las cuentas entre humanos y animales están lejos de estar saldadas, así que no veo por qué exagerar como si los paseos por las tardes de Parque Las Heras en manos de profesionales fueran un festival de dignidad y recompensas. Las personas se fugan de sus casas, lo raro sería que los perros no se fueran. Y si las familias son un caso de estudio para psicólogos y farmacéuticos de todo el mundo, no veo por qué las mascotas tengan que quedar afuera del circuito de neurosis, hacinamiento emocional y demás bondades de la vida en las grandes urbes.
Me parece que nadie sobrevive hoy sin hacer ese ajuste de comicidad. Y sí, esos cartelitos de perros que hablan y piden volver a casa, son muy graciosos.

**

Para terminar, entre las muchas maneras de amar a los animales, esta de Bukowski es conmovedora:


la historia de un sufrido hijo de puta


una noche llegó piel y huesos a mi puerta, mojado apaleado
temeroso
era un gato blanco bizco rabón
lo dejé entrar lo alimenté fue uno más en la casa
desarrolló hacia mí cierta cariñosa confianza
hasta que un buen día un conocido,
estacionando en mi cochera
pasó con su auto por encima del gato blanco bizco rabón
de inmediato llevé lo que quedaba de él a un veterinario que dijo:
"no hay mucho para hacer…dale estas pastillas… su espinazo
está aplastado, pero fue aplastado anteriormente y de algún modo
logró sanar, si sobrevive no volverá a caminar, mirá
estas radiografías, le metieron un escopetazo,
mirá estos puntos oscuros
son perdigones enquistados…además, alguna vez tuvo una cola
y alguien se la cortó…
me llevé el gato a casa, era un verano caliente, uno
de los más calientes en décadas, puse al gato en el piso del baño,
le serví agua, sus pastillas, no deseaba comer ni beber agua,
yo sumergía mi dedo en el agua, le humedecía la boca el hocico
y le hablaba, ese verano no fui a ningún lado, pasé muchos días
de ese verano en el baño hablándole, acariciándolo suavemente,
él me miraba con esos ojos que se le entrecruzaban
mientras tanto pasaban los días,
una tarde realizó su primer movimiento
arrastrándose con sus patas delanteras
(las traseras no querían moverse)
llegó hasta el rincón donde yo había preparado su cama
se arrastró un poco más y se dejo caer en ella,
fue para mí como el sonido de un clarín presagiando la victoria posible
aturdiendo el baño, desparramándose por la ciudad, yo
le conté entonces a ese gato -que la había pasado mal también, no tan mal,
pero bastante mal…
una mañana se irguió, se paró sobre sus patas, cayendo luego de espaldas,
/me observaba mansamente.
"lo podés hacer" le dije.
él insistió, se levantaba y volvía a caer, una y otra vez,
finalmente
caminó unos pocos pasos, era la viva imagen de un borracho
sus patas se negaban a obedecerle, cayó nuevamente, descansó
y nuevamente se levantó.
ustedes conocen el resto de la historia: está mejor que nunca,
bizco casi sin dientes, pero ha recuperado su gracia, y esa mirada
de sus ojos, pícara, no lo ha abandonado…


algunas veces me hacen entrevistas, ellos desean saber
de mi vida, de mi literatura,
yo me emborracho, alzo en brazos a mi gato
bizco, herido de bala, atropellado dos veces, rabón
y digo: "miren, miren esto!!!"


ellos no entienden nada, insisto, nada de nada, preguntan
algo por el estilo de: " "reconoce usted influencias de Celine?".
"no", levanto mi gato, "por lo que sucede, con cosas
como esta, como esta !!!".


sacudo a mi gato, lo llevo
hacia la luz brumosa por el humo y el alcohol, está relajado, él sabe…

este es el momento en que la entrevista finaliza
a veces me siento orgulloso cuando miro las fotografías
ahí estoy yo, ahí está mi gato, hemos sido
retratados juntos
él también comprende que son boludeces, pero que de alguna manera te ayudan.

1 comentario:

C.E dijo...

mi god, si eso no me conmueve no sé qué podría hacerlo: impresionante, cross a la mandíbula.