viernes, agosto 10

Cae la noche tropical

Terminé mi monografía sobre Adorno y se la entregué la semana pasada al servero crítico V., en su despacho de "25 de Mayo", el reducto de Filo en plena City porteña. Hoy pasé a buscar la nota, que fue buena, y a escuchar sus comentarios. A grandes rasgos, mi trabajo estaba bien, pero todo el acento que había puesto en pensar el quiebre, el gesto vanguardista de tirar abajo varios tomos de herencia filosófica, bueno, digamos que a V. esa Clase de Adorno, que yo analicé, siempre le pareció muy moderada. Está bien, sabía que era forzada mi lectura, partiendo del hecho de que mi fuente para entender toda la discusión era el mismo Adorno, así que obviamente era imparcial. Y sí, todo el tema del joven filósofo y su crítica a la "academia" estaba sobreactuado. Pero la verdad que me parecía más divertido escribir esa historia, el melodrama, de una crisis y los vanos intentos de recomponer cierto orden. Y tampoco es que me haya salido: ya me gustaría escribir un ensayo en plan Diálogo Socrático pero en un balcón de un departamento de Río de Janeiro, interpretado por dos señoras de vacaciones y su vecina psicoanalista, como Puig. Bueno, ahora que lo pienso por ahí anda "Tabaquería" de Pessoa, aunque sea un monólogo. En conclusión, entendí los comentarios pero no me dieron ganas de ponerme más preciso. Me parece que como crítico tiendo a blogger, al post.

**

"Ni los marineros ni los dramaturgos barrocos pudieron gozar de crédito por sus curiosas orientaciones urbanas o sus sangrientas pseudo-tragedias. Sus experiencias involuntarias y accidentadas, inscriptas en configuraciones históricas concretas sellaron su suerte. Pero justamente por eso estuvieron lejos de ofrecer la imagen acabada y ascéptica de un arte profesionalmente experimental, de laboratorio. En ese confuso curso de la Historia que Benjamin imaginaba como una tormenta, ciertos materiales, más o menos ayudados por la destreza o la suerte, acaban por decantar bajo la forma de una obra de arte. La filosofía y crítica de Adorno y Benjamin ponen en juego esa dimensión de malentendido y postergación que hace que las obras y los críticos tengan que atravesar distintos episodios antes de reencontrarse bajo un cielo despejado. Ese ruido que se cuela en el canal de la comunicación es el mundo. Es decir, las condiciones históricas y materiales que impiden que algo así como un mensaje llegue linealmente a un receptor, y que quedan excluídas cuando lo que se pretende leer es sólo la experiencia de un sujeto y su obra, de un escritor y la página en blanco. "

Versión completa, acá.

**

Me puso un diez, no me voy a quejar. El comentario final fue que la prosa le había parecido periodística, un estilo Radar. Y capaz tiene razón, hay que distorsionarla más.

2 comentarios:

Mariano dijo...

vaya, no leí toda tu monografía pero a juzgar por ese párrafo de ahí, las pretensiones prosísticas de "V." son bastante altas: si eso es prosa de Radar me parece que todas mis monografías están escritas, no sé, en prosa de Olé, aunque sin tanto estilo

y de paso, felicitaciones por el 10

charly dijo...

bua, no exageremos, pero sí V. es bastante exigente y no creo que hayan leído a Henry James en Olé... a propósito, yo escuché mal o Adrián Rousseau prometió matar a Shlenker, el barra que ahora se coge a Moria Casán... y leí mal, o eso salió publicado en la tapa de Olé como si titularan con frase del loco Bielsa... soy yo o el Grupo Clarín hace periodismo para la sed de sangre del hincha medio argentino... en fin, gracias Mariano, slaudo