jueves, abril 26

Palermo

Hoy me sentí inmerso en un capítulo de ER Emergencias. Mariano hace unos días hacía un repaso en su blog de una genealogía de monstruos que va de Moby Dick a Alien, pasando por Godzilla y los reptiles de Jurassic Park. ¿En qué se basaba? En el potencial de cada bicho para convertirse en un factor anti-humano. Ganaba Alien, obvio, pero ahí nomás estaban esos dinosaurios vueltos a la vida por la gracia de un Walt Disney de la biología genética. Es simpático ese viejito de canas que aparece en la película. Pone la plata e invita a sus nietos a pasear por una isla llena de Tiranosaurios hambrientos. Decí que además viajan un abogado y un par de científicos, sino el viejito hubiera sido más perverso que Gargamel. Es un tierno, en realidad. Un adorable soñador que jamás imaginó lo que podía ocurrir. Está en el capítulo de los Simpsons cuando la familia viaja al parque de diversiones de Itchy y Scratchy. En uno de los salones les proyectan una mini-biografía de Roger Meyers, el creador del parque y de los dibujos animados. "Rogers Meyers - dice la película - amaba por igual a casi todos los pueblos del mundo. Él era amado a su vez por todos, excepto en 1938 cuando fue criticado por su polémico cortometraje "Los fanáticos nazis son superiores".

Y, bueno, todo esto iba a que hoy a la tarde me metí en la guardia del Hospital Bazterrica. Quería sacarme la duda, porque hacía varios días que sentía una especie de cosquilleo en la mano y la pierna, como cuando se pierde sensibilidad por no moverla o tenerla apretada. Y además estaba medio mareado. La hago corta, terminé metido en un tomógrafo. Es verdad, el médico me había hecho el chiste "-Seguro te pensaste que era un accidente cerebrovascular. ("¡Ja!") Quedáte tranquilo, sos muy joven." Bueno, seguro eran las cervicales. Pero me mandó al tomógrafo. Pasé a saludar a la señora en camilla que se metió antes que yo en la sala de rayos, mientras yo buscaba la orden que había dejado en algún bolsillo de la mochila. La encontré, y esperé mi turno con cuidado de no cruzarme con la hija de la señora. Estaba en el pasillo, y se paseaba con cara de "si te movés te saco charla". Al final se fueron madre e hija, y pasé yo. Ahí estaba el aparato. La camilla deslizante. El sostén para la cabeza. El gran anillo blanco. Todavía andaba de buen ánimo. Cuando la chica de rayos me dejó acostado, y este aparato se empezó a mover con un sonido muy parecido al de las puertas de la naves de Star Wars, ahí ya se empezó a poner ambiguo. Por un lado, mil flashbacks a todas las películas y series de temas médicos que pude haber visto desde mi primera infancia, sino antes. Eso me daba gracia, no dejaba de sentirme en una comedia de enredos. Por otro lado, una sensación: esto no puede ser bueno. La médica volvió a entrar para tocar unos botones de la máquina. Se fue y otra vez la camilla empezó a deslizarse de a poco dentro del anillo de rayos. Eso no podía ser bueno.

Volví a subir las escaleras rumbo a la Guardia. Le iban a mandar las imágenes a la computadora del médico, para que éste me tirara alguna onda. Esperé unos minutos en el modesto ajetreo de esa guardia. Algunos pacientes entraban y salían de los consultorios, dos o tres enfermeras recorrían la sala llevando papeles o materiales descartables. Le avisé a una de ellas que esperaba al Dr X. Un rato después me dijo que X me esperaba al fondo de la sala. Ahí fui. Mientras iba me di cuenta que ese portón del fondo no era el consultorio en el que había estado antes. De hecho, era una sala con camas (y enfermos), y cuando entré el Dr. me esperaba sentado a un costado. Acá me internan. Ya lo venía previendo, de hecho, pero no voy a ahondar en patetismos. El Dr. X ingresó un par de códigos en la computadora, y en la pantalla plana del monitor aparecieron, una tras otra, las imágenes transversales de mi cerebro. En conjunto producían un efecto parecido al de las imágenes del clima que muestran en los noticieros, manchas informes que variaban cuadro a cuadro como si se chorrearan. -Vamos a ver, dijo el Dr.

No me acordé en ese momento. El autor de "Jurassic Park", Michael Crichton, es el mismo que inventó "ER Emergencias". Como decía Mariano, al final de la película uno se termina encariñando con el monstruo. Tiene sentido. En ese momento la Guardia me parecía un parque temático inventado por un abuelo millonario y dirigido por una comparsa de nazis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué te parece Brussels Airlines,,, hay tantas low cost que ya no sabe uno qué elegir....