Internet se llena cada vez más de contenidos generados por los usuarios: blogs, videos, wikipedia, x-tube, etc. Pero a su vez cada espacio público, se convierte en un nicho del, quizás, jugoso mercado de la publicidad on-line. Spam. Cada click en dirección a una empresa significa centavos para el dueño de la página que colocó dicho enlace. AdSense de Google puede ser la puerta de ganancias que surgen de la inercia propia de los buscadores de Internet. Una página rankeada en los primeros puestos de la web se convierte en puro capital, y un blog que sepa montarse en la cresta de la ola, bueno, puede llenarse de plata. En teoría. Pero además están los spammers, que copan la parada. Splogs: blogs dedicados al spam. Se llenan de palabras tomadas al azar (ni se gastan). Uno que busca una esperanza en Google llega a un blog que ofrece Viagra. La estadística calcula cuántos hacen click.
Parece que la mitad de los blogs de Blogger son de spam. Hay preocupación. En Wired y El Mercurio.
(Cuenta la leyenda que la red Usenet, de mensajes, foros de discusión, en los primeros años de Internet, cayó a manos del spam. En algún lado leí la teoría de que en los ´80 la computadora Spectrum se agotó sin pena ni gloria por culpa de la piratería. Habría que ver: fans que hunden el mercado. Muerden la mano que les da de comer. Son la contracra de otro fenómeno: el de la fan-fiction, l@s amantes de Harry Potter que escriben las novelas de Harry Potter como J.K. Rowling nunca podría.)
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