miércoles, septiembre 6

Anoche en el Mojón, con Facundo, con el segundo Fernet hubo tema de debate. Los blogs. No importa si están llenos de basura, de egos mal escritos, de poemas adolescentes, de saludos a los amigos, de confesiones de amor, a mí por lo menos me parece natural, no entiendo a quién le puede preocupar. Demasiados fragmentos, poco cuidado, sin proyectos, sin ambición y sin compromiso con el mundo: pura chantada, auto-bombo, agresiones gratuitas, dilettantismo. Síntomas. El blog se presta. Y a lo mejor estábamos de acuerdo con Facundo, sólo que él, me pareció, esperaba algo más, como si el blog fuese una herramienta mal aprovechada, una oportunidad perdida. Esperar algo más de los blogs, eso es lo que no me cierra. Me suena a desilusión por una promesa que nadie formuló. Puedo entender la crítica al estilos y el discurso de los diarios y revistas, porque son actores de la esfera pública y están a la venta en la calle, en principio para todos. Pero lo que se escribe en los blogs lo veo más cerca de las cartas, las postales y las charlas de bar. O sea, ojalá en las cartas (que en paz descansen) se transmitan los mensajes más poéticos y mejor escritos que se pueda imaginar, y ojalá en los bares se sostengan las conversaciones mejor argumentadas y se resuelvan los callejones sin salida de la filosofía actual (lo que sea que eso signifique). Y si no, ¿qué? ¿Y si los chicos de 3º año del normal 9 arman un blog para bardear a los de 5º? ¿Y si a alguien se le ocurre comentar libros de poesía como si fueran manuales de mercadotecnia? Al final, no importa. En Wired, no sé en qué artículo, decían que según estudios los sitios web se hacen famosos por el boca a boca. O sea, al final la verdad está en la calle.

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