miércoles, julio 18

Hoy fui a Ciudad Universitaria a pedir un analítico del CBC. Y pasé por Velatropa, el Centro Experimental Interdisciplinario. Di unas vueltas por la Reserva Natural, bajé hasta el pantano, me quedé en el refugio de los gatos. Por un sendero marcado con piedras llegué hasta la aldea. No había nadie, me asomé unos metros, vi las chozas y tiendas repartidas entre la vegetación. Rodeaban un gran espacio semi-despejado. Supuse que estarían durmiendo y aunque había un cartel de Bienvenida di la vuelta pensando que me vería muy parecido a un intruso si alguien saliera a tomar aire de adentro de una choza. Di unas vueltas más, seguí un sendero que se perdía entre arbustos y pasto, pasé por otra tienda de lonas al lado de unas parcelas cultivadas. Si estaba habitada, sus dueños también estarían durmiendo. Al fondo llegué al alambrado. Del otro lado, sobre un césped casi alfombrado, se erguían en hilera varios blancos de tiro. A lo lejos, un grupo de arqueros se preparaba para disparar. Me quedé un rato esperando, viéndolos moverse, sólo se oía el graznido de algún pájaro. Los arqueros no dispararon y al final volví por el camino de la maleza. A la salida de la Reserva, volví a pasar por la casa de barro de la entrada. Una pequeña habitación con techo de chapa y botellas de vidrio en las paredes. Una de las aberturas estaba abierta, algo desmoronada, y me asomé. Había un escritorio, más botellas, cartones, parecía un pequeño taller. De nuevo Afuera, caminé por la orilla estancada del río. Me quedé pensando en los cimientos abandonados, cubiertos de pasto. Después, bordeé el Pabellón IV y crucé la calle hasta la parada del 160.

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Pasé a comer con mi madre. "¿Qué es un blog?", me preguntó.

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