martes, diciembre 9

lombrices atraídas bajo las hojas de los bosques de Ezeiza

Apuntes para una histora del rock nacional, by paniagua...

"Volverán los jóvenes eternos de las guerras eternas (¡con nieves eternas!) a escuchar canciones eternas... y cuando cierren sus ojos ante el fragor material de la flauta, en ella misma, en su madera primaria, arderá el último fogón playero… Hay que cantar cuando se va a la guerra, cuando se vuelve de la guerra. ¿Y qué se canta cuando no hay guerras? Las canciones existen porque existen las guerras."

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Estuve en Moreno en un campamento del frente juvenil de un partido este fin de semana. En el quincho a la noche había unas guitarras, y el modelo que imperaba era el que transforma las canciones más melosas de Sui Generis en un coro de sobrevivientes etílicos, un concierto mucho más parecido al de las bandas de resacosos desperdigados en los alrededores de los estadios donde tocaban los Redonditos de Ricota, y al de las estaciones de trenes del día después, que a las ordenadas rondas de fogón campamentístico y sus matices instrospectivos. Debía ser que no había fuego, en algún momento me encontré rodeado de personas que coreaban temas de Nino Bravo como himnos de una generación perdida en el calendario de la media década que me separaba de varios de ellos, más chicos que yo. Algo de karaoke tamizado por el revisionismo histórico de Capusotto, y su folklore post-montonero que se bailó también, y en cierto modo funcionaba como síntesis.

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